“A los heroicos soldados de aire, mar y tierra que ofrendaron sus vidas por la dignidad de la Patria, y por un ideal permanente de la Nación Argentina.” Bonifacio del Carril
“(...) no habrá silencio, mientras el archipiélago se encuentre en poder del extranjero.” Alfredo Palacios
El aspecto geográfico de las Islas Malvinas es así descrito por Paul Groussac:
“Se hallan en el Océano Atlántico Austral, en la plataforma continental argentina (...) Constituyen un archipiélago con una extensión (...) de 11.700 Km2, formado por dos islas mayores – Soledad (...) y Gran Malvina (...)- más unas 100 islas e islotes.
Las dos islas están separadas por el estrecho de San Carlos. (...)
El relieve (...) en general es bajo, algo serrano, (...) cuyas altitudes no exceden los 700 metros.
(...) La sinuosidad de las costas se debe (...) a las fluctuaciones del nivel del mar.
El clima es típicamente marítimo, frío, severo y desapacible.
La temperatura media es de 3-4° C.”[1]
En este territorio fue donde se libró, en la década del ’80, una de las contiendas más desastrosas de la historia argentina, llevada a cabo con el objeto de recuperar la soberanía argentina en este espacio insular.
Estas islas “fueron avistadas desde época muy temprana (...)”[2] por navegantes españoles a partir del siglo XVI, ya que “(...) no cabe duda que los españoles las conocían como se desprende de la cartografía de la época.”[3]
Hasta el siglo XVIII fueron exploradas por navíos holandeses, franceses e ingleses, pero durante el reinado de Carlos III de España “el gobierno (...) se mostró inflexible acerca del derecho de posesión de las islas”[4], política que chocó con los intereses económicos y coloniales británicos hasta la época de las guerras de independencia en América Latina, a principios del siglo XIX, al término de las cuales Inglaterra ocupó sorpresivamente las Islas Malvinas el 2 de enero de 1833, expulsando al gobernador isleño designado por las Provincias Unidas del Río de la Plata, lo cual constituyó un atropello a la soberanía argentina en las islas, ya que, al ser las Provincias Unidas herederas de España, le correspondían legítimamente “ (...) todo el territorio marítimo comprendido en el antiguo virreinato de Buenos Aires (...).”[5]
Así, desde la época de Rosas hasta la década de 1970, la Argentina elevó sus protestas hacia la política llevada adelante por el Reino Unido sin obtener mayores respuestas, lo que tuvo un giro drástico a partir del momento del derrocamiento del gobierno constitucional argentino en el golpe de Estado de 1976 y la instalación de la Junta Militar al frente del país.
En este contexto, en 1882, el teniente general presidente Leopoldo Fortunato Galtieri ordenó al ejército argentino la ocupación de las islas, hecho efectuado el 2 de abril del mismo año. Sin embargo, la administración conservadora de Margaret Thatcher, primer ministra de Gran Bretaña, decidió enviar una gran flota con destino al Atlántico sur con el objeto de combatir a las fuerzas argentinas, actitud que desató la guerra de Malvinas entre Argentina e Inglaterra, que terminó dos meses después con la derrota aplastante y catastrófica de los militares argentinos frente al mucho mejor equipado ejército británico. Sin embargo, la actitud de los argentinos en la guerra fue comprometida, como lo testimonió un joven marino inglés muerto en el transcurso de la guerra, David Tinker: “Lo que Mrs. Thatcher no comprende es que los argentinos creen firmemente que las Malvinas son de ellos. Han enviado contra nosotros pilotos en misiones suicidas (...). Y ellos no tienen helicópteros de rescate en el mar para recuperar después a los pilotos. Realmente, la valentía de todos sus pilotos demuestra que tienen mucho más que un “tibio” interés en las Falklands (Malvinas).”[6]
En la actualidad, este acontecimiento militar es una herida que todavía no ha terminado de cerrarse, por cuanto una vez eliminado el impopular e ineficaz gobierno militar y reinstaurada la democracia en el país a partir de 1983, el gobierno argentino ha continuado con sus reclamos pacíficos en pro de un entendimiento entre las dos naciones, sin embargo, hasta el día de la fecha no hay todavía una respuesta determinante del gobierno inglés acerca del justo reclamo argentino sobre la soberanía de las Islas Malvinas.
Lo que quiero expresar en este posteo es, además de la veracidad del reclamo, es el justo homenaje a todos aquellos jóvenes soldados que dieron su vida en esta guerra injusta y totalmente ineficaz, como lo indicó David Tinker: “ (...) Esta no es una guerra entre países civilizados. No estamos luchando por una buena razón (...) sino por un “principio” entre dos dictaduras.”[7]
En consonancia con este planteo, numerosos escritores expresaron sus ideas acerca del alcance que este conflicto tuvo en el inconsciente colectivo de nuestra nación:
“(...) todo cuanto se haga en este sentido servirá para demostrar la solidez de los títulos argentinos y para evidenciar (...) cómo la República no olvida que existe un trozo de su territorio sobre el cual no ondea el pabellón nacional...”[8]
“(...) el fracaso del usurpador está en nuestro reclamo constante (...). La resistencia obstinada al hecho cumplido (...) no es estéril. Ha proporcionado al derecho de gentes actual, esta idea esencial: que la cuestión de las Malvinas es una cuestión pendiente.”[9]
“ (...) Nuestra causa es, sin duda, la del débil contra el fuerte (...). Pero tenemos la fuerza que da la convicción de las causas justas.”[10]
Para finalizar, quiero dejarles, para la reflexión, un poema de Jorge Luis Borges acerca del conflicto y una parte del prólogo del padre de David Tinker, que expresan el respeto que se debe manifestar hacia los caídos de ambas partes, porque aunque la guerra haya enemistado a nuestras naciones, no por eso hay que dejar de tratar con respeto a las personas que cayeron y vieron sus sueños e ilusiones desvanecerse frente a la ambición de sus respectivos gobiernos en lugar de acordar en paz la solución a este problema:
Juan López y John Ward
Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.
“Hace quince años dediqué a David un pequeño libro, y escribí debajo de su nombre un pensamiento sobre los acontecimientos del pasado y del futuro:
Y otros aún no lo han sido, y eso puede ser el mañana.
Los recordaremos.”[11]
[2] Del Carril, Bonifacio: La cuestión de las Malvinas. Emecé, Buenos Aires, 1982. Pág. 29.
[3] Groussac, Paul: Op. Cit. Pág. 10.
[4] Groussac, Paul: Ibidem. Pág. 16.
[5] Groussac, Paul: Ibidem. Pág. 31.
[6] Tinker, David: Malvinas. Cartas de un marino inglés. (Compilación de Hugh Tinker) Emecé. Buenos Aires. 1983. Pág. 71.
[7] Tinker, David: Ibidem. Pág. 55.
[8] Caillet-Bois, Ricardo R.: Una tierra argentina. Las Islas Malvinas. Academia Nacional de la historia. Buenos Aires. 1982. Pág. 15.
[9] Palacios, Alfredo: Las Islas Malvinas. Archipiélago argentino. Biblioteca de Escritores Argentinos. Vol. 32. Editorial Claridad. Buenos Aires. 1934. Pág. 13.
[10] Del Carril, Bonifacio: Op. Cit. Pág. 77.
[12] Caillet-Bois, Ricardo R.: Op. Cit. Pág. 15.
2 comentarios:
Happy blogoversary!
Hola colega Facundo, realmente te pasaste con este ultimo articulo sobre la conmemoracion de la guerra de Malvinas, esta excelente chango, no le falta nada, realmente me gusto mucho y te felicito, segui asi, un abrazo compadre y cuidate.
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